Pasé unos días re lindos en la casa de Laly y Gus en Hildesheim. Venía un poco cansado y la estadía en la casa de laly me llenó de energía. Viví unos días en familia. Tomás es un genio. Tiene 5 años y habla perfecto alemán y perfecto castellano. Es un nene bueno, bien educado y simpático. Me gusta la manera con que los padres se dirigen hacia él, y cómo él también se dirige a sus padres. Valentino es un pícaro portugués. Es muy simpático, se ríe mucho. Y sólo se pone molesto cuando tiene hambre. Conocí el centro de la ciudad con lluvia. Tomamos un capuchino en un bar de la plaza, fuimos a Ikea, que tenía pendiente de visitar aquí en Europa. Laly cocinó salchichas y Gus compró una selección de cervezas. Fuimos a la ciudad del flautista, a Hamelin. Allí almorzamos en un barcito, caminamos y tomamos el té en una casa muy antigua con los pisos en pendiente. Tomás habla en castellano con un acento alemán suave. Las erres, las eses, son un poco fuertes. Ja, me encanta! Con Tomi jugamos al fútbol, casi lo mato cuando me dijo que para el partido del mundial hinchaba para Alemania. Paseamos por los campos de Hildesheim, pasamos por las plazas y por la montaña de Tomás y nos tiramos en ese deslizador tipo Bariloche. Luego juntamos unas cerezas de un árbol. Cómo en mis épocas de la escuela primaria me trepé al árbol. Laly y Tomy juntaban los frutos que yo arrancaba. Fue un lindo momento familiar luego de ya casi tres meses viajando.
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