Último día en Berlín. Salimos a caminar con Mikel por Friedrichstrasse, calle de las tiendas mas chic de Berlín. Recomendable para Muñeca Moore. Luego andamos por la parte alta de Mitte. Pasamos por la sinagoga de la cual, según leí por ahí, se conserva sólo la cúpula. Luego nos sentamos a comer una pizza en el barcito Ballhaus, que según me dijo Mikel, siempre aparece en las revistas de Berlin en referencia a lo Bohemio y al diseño de la ciudad. Mikel se fue a hacer sus quehaceres y yo me fui a la estación Nordbhanhof a ver la parte más extensa del muro que queda en la ciudad. Allí mismo hay un museo y exhibiciones de fotos y videos de la época. En Berlín el turista experimenta todo el tiempo la guerra, los nazis, el muro, los muertos. Creo que para los que viven aquí esto se va diluyendo, porque de otra manera sería insoportable vivir en ella. Hay mucha amargura. Alemania ha quedado estigmatizada, marcada como la mala de una película. Y ellos los sufren en cierto modo. Banderas comenzaron a aparecer en el mundial 2006, antes no se veían banderas por la calle. Cuestión, que hay una reproducción de cómo era un punto de control entre los muros. También pueden verse los restos del muro con grafitis y un memorial a los muertos queriendo cruzarlo. Me gustó Berlín. El hecho de que haya sufrido las consecuencias de la guerra, la división y luego unión, hace que, a pesar de ser una ciudad antigua de Europa, haya recobrado la fuerza para volver a surgir. Y en ese surgimiento tiene mucho protagonismo la gente joven. Berlín es una ciudad dinámica, silenciosa, llena de verde y de novedades. Para quien piensa visitar Europa, Berlín se ha convertido en un punto ineludible.
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