Llegué a Amsterdam en tren sin reservar el hostel. Parece que no aprendo. Encontré una que más o menos zafaba así que allí me hospedé. La zona de la ciudad que queda cerca de la estación de tren no es muy bonita, o sí lo es, pero el ambiente no tanto. Amsterdam está circundada por canales en forma de capas de cobolla cuyos nombres son Singel, Herengracht, Keizersgracht, Prinsengracht etc etc. Me quedé tres días pero no pude llegar a situarme. Todas las esquinas son muy parecidas. Los canales hacen que te confundas. Luego de dejar la valija caminé por la Plaza Dam donde está el monumento nacional, punto de encuentro del free tour. Saqué algunas fotos a los canales y caminé hasta el Begijnhof, que es un barrio que se conserva intacto desde hace varios siglos. Allí se encuentra la casa más vieja de Amsterdam que data de 1460. Luego caminé hasta la casa de Rembrandt y hasta la sinagoga. A la vuelta y sin saberlo me encontré andando en el barrio rojo. Mujeres se exhibían en las vidrieras, mujers viejas vi yo, y gordas. Pareciera que el barrio rojo se quedó en los setenta y con las mismas mujeres de la época. En un mundo más moderno que el de aquella época, el barrio rojo ya pasó de moda. El martes me desperté con tiempo para hacer el free tour. Una chica española fue la encargada de mostrarnos la ciudad. Nos contó que los edificios en Amsterdam están un poco torcidos para adelante a propósito ya que como la ciudad está erigida sobre agua, los sótanos quedan en planta alta para que los objetos no se estropeen con la humedad, y para subir los muebles en los edificios se coloca una barra con una distancia tal que, al subir los objetos, no golpeen con la estructura. Pasamos andando por el museo de la marihuana. En la ciudad la marihuana está prohibida, es mentira que es libre el consumo. Por ello los bares donde se vende marihuana se anuncian como cooffe shop. Pero lo que menos se huele de esos bares es olor a café. Está prohibido vender alcohol en este tipo de bares. También nos enseño la casa más estrecha del mundo que tiene menos de dos metros de ancho. Luego más atrás se ensancha, pero el frente es muy estrecho. En Amsterdam hay edificios ocupados por okupas, valga la redundancia. Si los edificios no son habitados o explotados en un determinado tiempo, dos o tres años, y alguien entra y lo usa, tiene derecho a quedarse pagando eso sí los servicios. En la ciudad hay varios baños públicos, pues los holandeses toman mucha cerveza. Los edificios tuvieron que idear un sistema para que los tomadores de cerveza meen en sus puerta, y es muy común ver en algunos edificios una placas que hacen de antimeadores, pues si llegas a mear en uno de ellos te mojas por completo. Terminado el tour fui hasta la casa de Anna Frank. Me intrigaba la idea de caminar por los pasillos de la casa de atrás, y revivir algunos pasajes que recordara del libro. La visita es corta y se puede ver la zona donde funcionaba la empresa de Otto Frank, padre de Anna, así como las habitaciones donde se escondían los Frank junto a otros más. Hay recortes de revistas de la época que Anna pegaba en las paredes para hacer la habitación mas divertida. La cocina, el comedor, los cuartos. No se sabe quién delató a los Frank, pero los nazis fueron a buscarlos directo tras la biblioteca que comunicaba la casa de adelante con la casa de atrás. El único que sobrevivió a los campos de concentración y exterminio luego de la solución final, fue Otto, quien adecuó esta casa para visita del público. Después me fui a sentar al parque Vondelpark. Los holandeses compran como una parrilla descartable y hacen hamburguesas asadas al aire libre. Es que los pobres tienen tan pocos días de sol y de verano, que aprovechan al máximo los días lindos. El miércoles me levanté temprano para ir a La Haya. Me dijeron que no valía la pena, pero yo quería ponerle una imagen a esa famosa corte que resuelve los problemas internacionales que no pueden solucionarse por vía diplomática. Evidentemente quienes me habían aconsejado que no valía la pena tenían razón. Pues en la Haya no hay nada más que la corte y el palacio real, que más que palacio real parece irreal. A la vuelta, fui al museo de Van Gogh, un museo mediano y sobre Van Gogh. Sólo un tema, como a mí me gusta. En él se puede ver la evolución del artista, la influencia de sus maestros, muchos cuadros como la casa amarilla, el dormitorio y campos de trigo. Recomendable para quien guste de la pintura. Mucho cuidado cuando anden por Amsterdam. Hay un enemigo muy peligroso llamado bicicleta. Ni se te ocurra caminar por la bicisenda porque eres hombre muerto. Tirín tirín se oye el ruido de la bocina. Y las caras de enojo de los que montan las bicis son muy temibles. Mira bien para los dos lados antes de cruzar la calle si no quieres morir atropellado por una bici. Muy linda Amsterdam.
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