jueves, 9 de septiembre de 2010

Buda y Pest



















































































































































































































Tomé el tren en Viena a las 8am y llegué a Budapest a las 11.15am. Las personas tienen la típica fisonomía gipsy con esa naríz zah! así como apinochada. Caminé hasta el hostel, hice el check in y salí a recorrer. Tenía algunos tips apuntados pero Hian, el coreano dueño del hostel, me ayudó bastante. Organicé el día y salí camino a la Citadella. Crucé el río Danubio por el puente Szabadsag y subí la colina, no apto para cardíacos. Desde allí arriba la vista es increíble. El Danubio divide a Buda de Pest. La citadella queda del lado de Buda. Desde allí se defendía a la ciudad de los ataques y allí se posicionaron los bombarderos durante la segunda guerra mundial. El Parlamento se ve imponente desde la colina. Bajé por el mismo camino por el cual subí y caminé hasta el Buda Palace. Varias personas trabajaban montando puestos ya que se estaba por inaugurar un festival del folklore. Camino al Fishrman´s Bastion me encontré con varios soldados escoltando la visita de algún político o de alguien importante. Una guía explicaba a un grupo de turistas que uno de los edificios del lugar no había sido restaurado luego de la guerra. Pues ciertamente, en él se veían los vestigios de la guerra; agujeros en toda la superficie de sus paredes. Una mujer tocaba el violín en una de las escaleras junto a su hijo que jugaba a su alrededor. Bajé hasta el Danubio por calles menos turísticas y me encontré con una calle que se llamaba parecido a mi apellido: Hattyú utca. Me gustan los tranvías amarillos que recorren la ciudad. Porqué los habrán sacado en Rosario? Crucé el puente de las Cadenas y me dirigí hacia la catedral. Me gusta como los húngaros colocan arreglos de flores y plantas en los faroles de la calle. Aquí, como en Berlín, hay placas en las puertas de los edificios donde vivían personas que fueron deportadas a los campos de concentración durante la segunda guerra mundial. Pasé caminando por la Ópera y quise comprar tickets, me quedé entusiasmado con la de Viena. Pero claro, resulta que julio y agosto cierran y comienzan las programaciones en septiembre. En Pest hay trolebús, como en Rosario. Pero estos son como los que había en los ochenta, viejiiiitos. Caminé por un boulevard que me llevaría hacia un spa, el Széchenyi. Otra vez me encontré con militares recibiendo algún personaje importante de por aquí. Me puse la ropa de baño y allí fui. Primero fui a una pileta en la cual el agua estaba a temperatura un poco más que ambiente. No me convenció mucho y me fui a la de la otra punta. Ahí si estaba bien. La temperatura era bien cálida. Unos chorros salían expulsados con fuerza y caían sobre mi espalda que tanto necesita de relajación. Que bueno! Después de tanto caminar y de tanto andar, unas caricias al cuerpo vienen muy bien. Hice cinco minutos de sauna y me duché para ir a comer. Caí en un restaurant del lugar. Muy bueno. Goulasch de entrada, del cual no dejé ni rastros y pollo con puré de segundo plato. Dos copas de vino y a dormir. El jueves me levanté con idea de hacer la visita al Parlamento. Pero cuando llegué, cerca de las 11am había una fila terrible. Caminé bordeando el Danubio en dirección al Mercado Central. Recorrí los stands cuyas frutas y legumbres les brindan de los más variados colores. En la planta de arriba se venden artesanías, manteles. Muy lindo. Pero me gustó más la Boquería de Barcelona. Luego pasé por la Sinagoga y me volví para dormir una linda siesta. Mañana toca Italia. Que expectativas!

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