viernes, 10 de septiembre de 2010

Llegando a Roma



















































































































































































































Tomé el tren en la estación de Florencia con destino a Roma. Llegué a la tarde y luego de dejar las valijas fui al Coliseo que queda a unas pocas cuadras del hostel. Hace mucho calor y caminar por la ciudad es un poco desgastante. Aproveché la visita guiada del Coliseo, por cierto corta y mal preparada. Ver el Coliseo solo hace que sea más imponente. La gente utilizaba el Coliseo como lugar de diversión. No sólo peleaban los gladiadores entre ellos, también se exhibían animales que los romanos traían de sus viajes con objetivo de ampliar el imperio. Cocodrilos, elefantes y todo tipo de animales que no eran vistos en la ciudad. Las entradas estaban conformadas por tablas de madera que se repartían para el ingreso y luego se devolvían para su posterior uso. El edificio tenía las tribunas que daban a una plataforma circular donde se desarrollaban los eventos. Por debajo de la plataforma había salas donde se preparaban los gladiadores y se guardaban los animales. Luego me dirigí hacia el Palatino dónde se encuentran las ruinas de la ciudad antigua. Piedras y más piedras. Por esos mismos lugares caminaban los emperadores de la Roma Antigua. Al lado queda el Foro Romano y el Foro del César lugar donde se desarrollaba el comercio, las reuniones etc. Caminando me encontré con el monumento de los caídos en las guerras erigido por Mussolini y en frente a él un puesto de los carabinieri. Luego de una pequeña siesta y de tomar un baño partí rumbo a Trastevere. Pero en el camino encontré una parrilla argentina. En estos días estoy extrañando tanto que me pudo más la fuerza de la melancolía y entré a comer un buen bife de chorizo, acompañado con papas fritas y un vinito tinto. Y como no podía ser de otra manera, rematé la noche con un rico flan con verdadero dulce de leche argentino. El miércoles me levanté tarde y caminé hasta Campo dei Fiori. No encontré nada interesante. Luego me enteré que Campo dei Fiori cobra vida a la noche con cientos de jóvenes iniciando la noche romana. Caminé por la orilla del río Trastevere hasta atravesar un puente que me condujo al barrio del mismo nombre. No había mucho movimiento, pues considerando el calor que hace, la gente se queda en sus casas, o mejor dicho, los romanos huyen de la ciudad hacia el mar. Luego de caminar el barrio, crucé otro puente más al norte y me encontré con la Dirección Nacional Antimafia. Conocí Piazza Navona con sus fuentes y algunos artistas que vendías sus pinturas con motivos de la ciudad. Caminando unas cuadras más llegué al Pantheon que tiene su fachada en reforma. Dentro había un concierto de música clásica y me quedé unos minutos escuchando los violines, las flautas traversas, clarinetes, violonchelo y un coro que acompañaba a los instrumentos. Más tarde pasé por la iglesia se San Ignacio de Loyola. En roma hay una iglesia por cuadra. Llegué hasta la Fontana di Trevi que estaba llena de turistas a su alrededor. La fuente es imponente y como no podía ser de otra forma, tiré una moneda hacia atrás. No creo en estas cosas pero seguí el consejo de mi hermana Julieta. Más hacia arriba encontré la embajada de España del Vaticano o lugar mejor conocido como Piazza Spagna. Saqué algunas fotos en las escaleras y volví caminando hacia el centro. A la noche salí a comer con Filippo, un amigo mío romano que conocí en Río de Janeiro. Me pasó a buscar con su moto y fuimos a comer a Augusto a Trastevere, pero el restaurant estaba cerrado por vacaciones. Ergo, comimos en una pizzería que se llama Dar Poeta. Jueves por la mañana, visita al Vaticano. Antes pasé por la estación de trenes para comprar los pasajes en tren para ir y volver a Nápoli en un día. Primero visité los museos del Vaticano. Más allá de las colecciones griegas, egipcias y demás que tienen, me quedé impresionado con la sala de los mapas antiguos y con la sala de la estancia de Rafael. El fresco que más me gustó fue el de la escuela griega. Todos los filósofos, matemáticos y pensadores griegos en una sola pintura. Más adelante se exhiben pinturas de Botero, Chagall, Salvador Dalí y tantos otros más. Comí un panino al término de la visita, descansé un rato y fui hasta la Plaza de San Pedro. Entré a la iglesia del Vaticano y me encontré al curru, vestido de cura. No sé que hará el curru por estos lugares…en seguida me acordé de Violeta, tengo que contarle apenas llegue a Rosario. No tuve la oportunidad de hablar con él, pues estaba con otras personas hablando muy concentrado. Después visité la tumba de los papas. Me agarró un no se qué cuando vi la tumba del papa Juan Pablo II. Para terminar el día fui a una heladería siciliana que se llama Gracchi que me había recomendado Filippo y pedí un helado de chocolate y limón. A la noche comí en el chino que queda al lado del hostel y me fui a dormir temprano para estar bien para la visita a Nápoli.

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