Hoy tomé el tren de Palermo a Agrigento. El camino del norte al sur de Sicilia es montañoso y árido. Un problema en las líneas férreas hizo que a mitad de camino cambiáramos a un bus. Dejé mis pertenencias en el hotel y tomé el bus a Raffadali. Ya en el camino me crucé con un bus que decía Lattuca. Parece que por esta zona mi apellido sería como Fernández para Rosario. En Raffadali me bajé pasando el centro y tuve que volver para llegar a la plaza principal. En el camino me encontré con diversos letreros con apellidos de mi familia y de varias otras de Rosario. Cuffaro, Farruggia, Moscato, Di Stefano, Milisenda. En Raffadali recuerdan mucho a los muertos parece. Pegan en la vía pública los obituarios. Llegué al Palazzo di Citta y allí al lado estaba la plaza principal, vacía. Ni un alma ni en la plaza ni en la calle. Claro, un lunes de verano a las dos de la tarde en un pueblo de doce mil habitantes es común no hallar a nadie. En esta misma plaza estuvieron treinta años atrás mis padres, a mi misma edad viendo lo mismo que yo veía. O tal vez, creo, viendo bastante menos. Raffadali es un pueblo chico y muy pobre perdido de Sicilia. Puedo imaginar cómo era hace más de cien años cuando mis bisabuelos emigraron a la Argentina. De ser hoy yo emigraría también. Las construcciones son muy precarias y simples. Me había reservado para almorzar allí pero no había nada abierto. Había sólo un hombre mayor sentado en la plaza del pueblo. Me acerqué a preguntarle si sabía dónde podía comer algo. Me contestó que a esa hora todo estaba cerrado, que tendría que esperar hasta las cuatro de la tarde. Le comenté que era argentino y que mi familia venía de este pueblo, que por eso había venido a conocerlo. Le nombré algunos apellidos de mi familia pero el hombre no estaba muy ávido de hablar. Decidí caminar por las calles internas del paese. Como bien dije antes no había nadie por el pueblo. Cada tanto pasaba alguna moto o algún auto. Las personas me miraban desconcertadas. Quién será éste? Crucé a dos nenes que estaban jugando en la vereda de unos siete años, y el mayor me miró y tomó a su amigo del hombro como protegiéndolo y se alejó. Me sentí al mismo tiempo que pertenecía y que no pertenecía. Pasó mucho tiempo, cómo iba a contar la historia de mis antepasados no sabiéndola con detalles y en italiano? Me conformé con seguir caminando y observar. Piedra, piedra, monte. Volví a la plaza principal y ya había algunos hombres de vieja edad sentados en los bancos de la plaza, niños jugando, adolescentes con sus motos andando a gran velocidad. Vida simple de pueblo. Después de las cuatro de la tarde Raffadali cobra vida. En un bar que a esa hora ya estaba abierto comí dos paninis y tomé un refresco. Me senté en un banco al otro lado de los señores y me puse a pensar que por esos mismos lugares, hace mucho tiempo atrás vivía una parte de mi familia. El tiempo pasa, las cosas cambian, pero de cierto modo hay cosas de la esencia en las personas que no se pierden. Tomé el bus de regreso a Agrigento y recorrí el centro histórico. Me recomendaron que vaya a las ruinas griegas pero no fui porque estaba bastante cansado. La ciudad es muy pintoresca. Por la via Atenea, calle principal de Agrigento, hay una joyería que se llama Lattuca. Subí por Atenea hasta el final, luego subí las escaleras hasta la catedral, pasando antes por la iglesia Santa María dei Greci. Desde la catedral se ve la ciudad y las montañas desde lo alto. Para terminar el día, y como no podía ser de otra manera, fui a comer pasta a una trattoria. Justo en ese momento me llamó por teléfono Dennis Lattuca con el cual había entrado en contacto vía facebook. Intenté devolverle la llamada pero ya había apagado el teléfono. Mañana parto hacia Atenas.
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hola mariano mi mail es adriancufaro@yahoo.com.ar, y mi abuelo tambien era de Rafadali, y quisiera comunicarme contigo
ResponderEliminarsaludos cordiales
adrian cufaro
Yo soy Farruggia y me gustaría que me expliques mas de RAFFADALI, en el 2020 estare en la tierra de mis Abuelos
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