domingo, 5 de septiembre de 2010

Dos días en Viena


























































































































































Tomé el tren a las 11pm en Praga. Tren con cama para dormir. No me gustaba mucho la idea, menos teniendo en cuenta las historias que había escuchado sobre robo de cámaras de fotos, pasaportes etc en este tipo de trenes. La cama que me había tocado era la de más arriba, es decir la que da contra el techo. Por suerte estaba trabada. Dormir sin poder siquiera sentarte, no. Mi compañero de cuarto resultó ser un francés, quien durmió en la cama de abajo. El viaje aconteció sin ningún exabrupto, sólo que no pude dormir muy bien. Dejé mi equipaje y me fui a recorrer Viena. Caminé por la avenida Marianhilfer hasta llegar al Ring. Vi todos los palacios y saqué miles de fotos. Palacios por doquier. Museos y más museos. No entré a ninguno. Pasé por el Parlamento y por el edificio del ayuntamiento. Esa semana se estaba desarrollando un festival de cine por lo que la fachada estaba tapada por una pantalla enorme. Después caminé hasta la casa donde vivió Freud. Sencilla la visita, pero interesante. Se conserva parte del mobiliario, hay títulos, cartas manuscritas, fotos. Caminando hacia el centro me topé con una zapatería (schuhmacher), jeje. Por casualidad pasé por un reloj que al dar las en punto hace un movimiento de personajes de su decorado, al estilo el de Praga pero más sencillo. Comí unos noodles con vegetales y pollo sentado en una placita seca. Catedral de San Esteban y un paseo por el centro. Hice la visita en español de la Ópera estatal. Es una pena que muchos edificios de Europa hayan quedado destruidos durante la guerra. Casi todos los edificios más lindos están restaurados. Volví al hostel a dormir una siesta porque más tarde tenía la función de ópera de Mozart en el Musikverein. Me gustó mucho. Comí unas ribs en un restaurant en la peatonal y me fui a dormir. Al otro día fui al Palacio Belvedere a ver una exposición de Klimt. Luego recorrí los jardines, un poco pobres. Tomé en tranvía hasta la casa donde vivió Mozart, casa en la cual se inspiraron para realizar la película de los ochenta. La visita es interesante, pero es más que nada la narración de la historia de su vida desde que llegó a Viena. Llegué andando hasta la Hundertwasserhaus, la famosa casa de formas irregulares, colorida, con árboles en sus plantas. Me gustó mucho. A ver si Aldo se manda una de este estilo. Luego pasé por el Stadtpark. Muy bonito y cuidado el parque. En la peatonal, antes de tomar el metro unos policías exigían documentación a un grupo de jóvenes que tocaban música a la gorra. Las personas que allí estaban se incomodaron y algunos hasta les gritaban a los policías. Finalmente los chicos tenían los papeles en regla. Mañana tren a Budapest.

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