Llegué a Niza luego de un poco más de cinco horas de viaje entredurmiendo, y leyendo Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, regalo que me hiciera mi amiga Carla. De la estación de tren me dirigí hacia algunos hostels que había apuntado por Internet pero todos estaban llenos. El hombre aprende por la experiencia, desde hoy reservo. Luego de caminar varias cuadras de aquí para allá, terminé en un hotel de mala muerte, pero de mala muerte mal. Me bañé y salí a caminar. Caminando por la avenida donde pasa el tranvía llegue a la Plaza Massena. Poca gente en la calle en Niza debido a la lluvia. Mi paraguas de cinco euros regateado a tres no resistió a los vientos de Niza que no se asemejan ni un poco al pampero. Pero fueron lo suficientemente fuertes como para dejar mi paraguas todo doblado. Hotel de Ville, Opera y llegué a la playa. Me impresionó el color azul azul del mar. Bueno, por eso se llama Côte D´Azur…cierto? Subí las escaleras y caminé por el tour Belanda. Desde allí arriba se ve toda la costa y la ciudad de Niza. La lluvia comenzó a ser más intensa y mi paraguas, todo quebrado, seguía defendiéndome de las inclemencias del tiempo. Llegué hasta una cascada y hasta un cementerio israelí. Bajé hasta el Cors Saleya atrás del Quai Etats Unis, pero no había ni flores ni mercado… la lluvia lo imposibilitó. Pasé por el Palais de Justice y me volví al hotel a descansar. El hotel no me gusta nada, veré de cambiarme mañana. Luego de la siesta salí a comer al Cors Saleya. Pizza con vino. De allí me fui a un bar pero estaba un poco vacío. Mejor a dormir y a pensar en el día de mañana, con sol por favor.
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