A las 5am me pasó a buscar el tienda león de Madrid que me llevó hacia Barajas. EasyJet sería la encargada de transportarme a Charles de Gaulle en Paris. Tengo mucho dolor en la espalda, y sabía que los asientos de EasyJet no iban a ayudarme. El viaje se me pasó rápido porque tenía mucho sueño. Dormí lo mejor que pude pero aumentando mi dolor de espalda. Estos asientos no se reclinan ni un grado. De repente estábamos aterrizando. Valija en mano me fui a desayunar a Mc Donalds. Egg mc muffin café y a tomar el RER B. Saqué mi billete y tomé el tren para bajarme en Gare du Nord. Allí combiné con la línea naranja, la cinco, y me bajé en Republique. Seguí las indicaciones que me diera Lisandro y llegué a la puerta verde del edificio. Ya identificado el lugar, volví a un café de la esquina, el más feo según Lisandro, para hacer tiempo hasta las 2pm que llegara Vicky, la señora que limpia. Ya en el departamento, tomé un baño y me dispuse a salir a caminar. Hacia dónde ir? La guía que me preparó mi hermano Esteban, no la tenía impresa. Vamos hacia donde me lleve el día. Andando llegué hasta la Bastilla. Yendo hacia la Bastilla no paraba de asombrarme. Paris es muy linda. Todo antiguo, todo antiguo. Todos los edificios son como aquellos a los que quiero mudarme en Buenos Aires. Techos altos, balcones franceses, techos oscuros. Lleno de cafecitos divertidos y alegres. Pasando la Bastilla había como un amarradero de embarcaciones. Caminé por el lateral hasta que a lo lejos vi a Notre Dame, allá lejos, más allá de un puente, entre las copas de algunos árboles que apenas se movían con la brisa del día. Crucé el puente de Sully y allí estaba el majestuoso edificio. Me encantó su impronta. Ya adentro no deja de ser una iglesia más. La iglesia parecía el recreo de una escuela. El murmullo irrespetuoso de la gente sonaba más fuerte que el sonido de un órgano que, inútilmente, pretendía disimularlo. Menos se pudo disimular el afán comercial de Notre Dame. Los fariseos no habían sido expulsados de la sinagoga por causa del comercio? Las máquinas de venta de medallas de Notre Dame tienen luces, son automáticas, aceptan billetes de todos los guarismos y monedas también, lógico. Hay un reflector que le da luz a la iglesia cual escena de película de Hollywood, claro, para que los visitantes tengamos un impacto mejor del lugar. Ofrendas para los cirios o las velas, por todo el perímetro, en carteles tipo papel y en carteles iluminados también, a los cuales no pude sacarles foto por una cuestión de luz. Hice media hora de cola para subir al campanario. Valió la pena. Desde allí arriba se puede ver toda la ciudad de Paris. A lo lejos la Defense, la torre Eiffel. Desde allí la vi, queriendo sacar foto al paisaje en general. Todos los techos en composé. Construcciones bajas, viejas, limpias, o no tanto, pero en armonía. París tiene el encanto de la armonía. Muchas cúpulas y edificios enormes que seguramente albergan instituciones políticas y museos por ejemplo. Volvi por alguna calle y llegué hasta el Hotel de Ville. Impresionante el edificio. Volvi al mismo barcito donde almorcé esperando al mediodía. De repente Lisandro pasa por el bar y me ve. Comimos unos ricos fideos con espárragos. Luego llegaron Ludovic y Leo, amigos de Lisandro y tomamos un café. Todos hablan francés. Me siento excluido. Hacía mucho que no me pasaba de sentirme tan afuera por causa del idioma. Mañana ya preparé mi primer día a lo Esteban. Mañana les cuento.
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