Hice mi valija y saqué el tren que me llevaría a San Rafael, para luego tomar el bus que me llevaría a Saint-Tropez. El tren bordea toda la costa. Desde la ventana se ve el azul profundo del mar, el azul más suave del cielo y delgadas costas de piedra y también de arena. Continué leyendo Cien Años de Soledad, me gusta leer cuando viajo. Alternaba la lectura con la vista de los azules desde la ventana. A los diez minutos de llegar a la estación de tren salía el bus a Saint Tropez, pero no sabía cómo llegar hacia la salida del bus. Subí, bajé, pregunté, volví a subir, pero no llegaba a ningún lado. De repente otros chicos estaban como yo, perdidos, me preguntan si sabía dónde era la salida del bus. Les dije que no sabía pero que me uniría a ellos para encontrarla. Éramos siete personas juntando estrategia, preguntas e instinto para llegar al bus que salía en 10 minutos. Lo encontramos. Durante el viaje continué leyendo el libro. Rodolfo me esperó en la terminal. Me explicó cómo ir a las playas de Ramatuelle, me puse el casco y me fui a la playa. Antes de salir, vi como los invitados de la inauguración del local de Louis Vuitton llegaban vestidos al evento. Volví a Saint Tropez, pasé por el Blanc Bleu y junto a Rodolfo nos fuimos a tomar un rosado a su casa. Salimos a comer una pizza por allí por el casco antiguo, Cedric vino con nosotros. Pasamos por un barcito y charlamos con unos italianos y con una griega y luego fuimos a Le Quai, un pub que queda en el puerto. Seguimos tomando vino rosado. Muy divertido el pub, era una onda wild on. Luego del pub nos fuimos a dormir.
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