martes, 29 de junio de 2010

Hacia Mónaco en scooter














































































































































































































































































Me levanté y lo primero que hice fue cambiarme de hotel. Pagué y me fui directo a alquilar el scooter que me llevaría a Mónaco. Javi me dio la idea en el cronograma de qué hacer en la costa azul. Lo dudé un poco, yo no soy muy amigo de las motos. Luego de tramitar el alquiler desayuné en Mc Donald´s. Fui hasta informaciones de turismo, hice las preguntas pertinentes, pasé a buscar la moto y allí salí. Todo el trayecto hasta salir de Niza me sirvió para acostumbrarme a la moto. Alejándome de la ciudad y yendo por la costa comencé a sentir el viento que me pegaba en la cara, el sol que se asomaba y acariciaba mis brazos, la velocidad que se siente en el pecho y en corazón (lo máximo que andaba era cincuenta km/h). Pasé por Villefrance Sur Mer, Saint Jean Cap Ferrat y otros pueblitos hasta llegar a Mónaco. Estacioné la moto, anoté la calle en mi cuadernito así como la patente y el modelo para no perderla de vista. Subí una cuesta que todo el mundo subía… a algún lugar me iba a llevar. El castillo del príncipe era el destino de la cuesta. Desde arriba se veía el yatch club de Mónaco y el mar súper azul. Me saqué una auto foto porque sentía el pelo extraño. De terror. El casco había hecho un desastre en mí. Antes de comenzar con las visitas decidí comer, por lo que entré en un barcito y compré un sándwich de crab. Horrible. Intenté comerlo pero luego le saque las lonjas de crab y comí el resto. Me quise hacer el original pero me salió mal. Bueno, hay que intentar y probar para conocer más cosas, no? Entré a la catedral donde se casan los príncipes y donde también los entierran. Como toda iglesia de Francia y para no perder la costumbre, muy comercial. Aquí, además de haber máquinas que te imprimían el recuerdo, había una monjita de blanco que te recibía con una canasta en la mano para que dejes una limosna. Luego saqué unas fotos al castillo pero no entré en él. Bajé a caminar hacia la marina y ver los barcos desde más cerca. En el camino me topé con una estatua de Juan Manuel Fangio, obvio me saqué una foto. Pasando los yates llegué hasta la playa de Mónaco. Piedritas como en Niza, pero más chiquitas. Fui hasta el casino y la ópera que queda uno al lado del otro. La ópera también es de Garnier. Entré a chusmear pero sólo en la antesala. Los autos que andan por las calles de Mónaco son terribles. En fin. Caminando pasé por negocios de Cartier, Hermes, Valentino, Gucci y por el hotel Hermitage, como el de la chiqui. Chequeé la calle donde había dejado la moto en mi cuadernito y emprendí la vuelta. La misma sensación que a la ida. Me daban ganas de gritar y lo hice. Uhuuuuuuu!! Ahhhhhhhhhhhhhhh! A tout à l´heure!!!! Increíble...las fotos que saqué, las vistas. Javi Axe, thanks por convencerme de que venga a la costa azul!! Y María Marta, gracias por decirme que vaya a Mónaco en vez de Cannes!!! Entregué la moto sin ningún rayón y me fui corriendo a la playa. Tomé un poco de sol. Llamé a mi abuelita Emilia que cumplió 87. También hablé con mi hermana que cumplió años ayer. Qué buen día!

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