Día del bicentenario argentino. Hoy organicé mis siguientes pasos. Madrid una semana, Paris una semana, Costa Azul 3 días, Barcelona una semana. Compré pasajes durante la mañana. Salimos con el auto hacia Arte y Vida que es una playa de surfers, pero seguimos un poco más y entramos en una playa tras unos médanos. Al final se veía el mar súper azul. Hicimos unos sandwichitos y comimos frente al mar. El sol estaba fuerte así que decidimos continuar camino hacia Marbella. Paramos para sacar una foto en un mirador desde el cual se divisaba el continente africano. Más adelante, vimos la piedra gigante, el peñón de Gibraltar. Bajando por la ruta llegamos hasta Gibraltar. Exhibimos documentos y entramos para dar una vuelta. No hay mucho en esta pequeña tierra de los ingleses, pero la sensación de estar en ese lugar fue buena. El famoso peñon del cual tanto se habla y se estudia en el colegio. En el camino tato sentía sueño y quería tomar un café, y como en el camino pasábamos por Estepona, le dije si quería pasar por allí que vive mi prima Mercedes, la Mechi. Entramos a la pequeña ciudad y pregunté en algunas heladerías si conocían la heladería del italiano Gianni. Entre varias indicaciones la encontré. Me dijeron que mi prima Mechi llegaría en unos minutos por lo que fui a buscar a tato que había ido a aparcar el auto. Grande fue la sorpresa de Mechi al verme parado en una esquina…no entendía nada. Me miró con cara de “este chico se parece a Mariano”, pero claro, era yo. Nos saludamos y fuimos hasta la heladería. Charlando tomamos un helado y unas cervecitas hasta que apareció Gianni con Fabbio, el más chiquito de los chicos, que yo no conocía. Nos insistieron en que nos quedemos la noche allí y aceptamos. Antes de ir hasta la casa de mi prima, pasamos a buscar a Luca y a Mateo por su clase de batería. Los chicos están enormes, trece y doce años. A la noche fuimos a comer unas tapas por el centro, tomamos dos vinitos y hablamos de todo un poco. Con tato conocían mucha gente en común pues los dos son arquitectos y de la misma edad. También recordamos a la tía chiqui, la nona Carlota, hablamos del tío nino, del viaje a Italia en barco, de Huerta Grande, de la familia en general. Fue una linda velada.
miércoles, 26 de mayo de 2010
Tánger, Marruecos.
Hoy decidí ir a Tanger en Marruecos. Me levanté y cargué la batería de la cámara de fotos mientras desayunaba. Fui hasta el puerto que queda sólo a dos cuadras del hostel, compré el pasaje en ferry y crucé el estrecho de Gibraltar. Como fue un día un poco nublado, no pude ver la costa de África ni el Peñón, pero en días más claros esto es posible. Llegué al puerto de Tánger y bajando las escaleras me abordó Mohamed Mustafá, un hombre moreno de 45 años. Me asustó diciéndome que la ciudad era un poco peligrosa, que no es aconsejable que un turista vaya sólo andando por Tánger. Me pidió diez euros y acepté que me acompañara. Lo bien que hice. Lunes es día de feria en Tánger, entramos en la Medina que es el casco antiguo de la ciudad. Pasamos por una feria de pescado fresco, otra de frutas donde también se vendían varias cosas, entre ellas gallinas vivas que son escogidas y degolladas en el momento. Pasamos por un tipo de registro civil donde la gente iba a casarse y a divorciarse. Mohamed me comentó sobre la forma de gobierno en Marruecos, pues yo le pregunté. Es una monarquía, todo lo decide el rey. Me contaba que no hay muchas industrias en el país y que existe mucho tráfico, tanto de mercadería legal como ilegal. Me contaba que en Marruecos se vive muy mal, hablaba refiriéndose a los ricos y a los pobres. Me mostró un certificado donde consta que el hijo necesitaba unas medicinas porque se había enfermado, me hablaba de la pérdida de su padre hace dos meses, me decía que la vida era muy dura en Marruecos. Después de tanto lamento me di cuenta que me estaba haciendo el trabajo psicológico para sacarme más dinero. A veces era muy amable pero a veces le saltaba la ficha. Entramos en una habitación donde se cocinaban una especie de tortilla grande hecha de maíz y maní. Caminamos por las callecitas estrechas del barrio hasta llegar a la 677 252399 parte más elevada que se llama Kasbah desde donde se puede ver el océano Atlántico y el mar Mediterráneo al mismo tiempo. Bajando compramos una masa tipo panqueque que contenía queso y huevo duro. Fuimos a una plaza donde había un bar y pedimos un té de menta, bebida típica de aquí. Luego pasamos por una tienda de alfombras y telas y el dueño me puso un turbante. Y también un traje típico marroquí. Comenzó a explicarme las diferencias de las telas, como estaban tejidas, el significado de los diseños. Me convidó con un té de menta que fue a pedir por allí, té que nunca llegó, mientras él me explicaba y me comentaba precios. Le dije que muchas gracias por las explicaciones pero que no iría a comprar nada. Un poco se ofendió porque según él, sólo quería explicarme sobre la culture de los pueblos nómades del Sahara. Le pregunté por el precio de una tela y me dijo que salía 90 euros. Más tarde cuando ya me decidí a abandonar la tienda, me dijo que me la vendía por 5 euros. In the night! El paseo continuó en una herboristería. Miles de especias y plantas exhibidas en frascos, ricos perfumes y todo tipo de elementos conformaban esa humilde tienda. Entre las cosas que me mostró el vendedor había una crema para curar herpes que decidí comprar. A ver si se curan más rápido con las medicinas alternativas!! Luego caminamos por el centro de la ciudad hacia la mezquita. No se puede entrar en las mezquitas a no ser que seas del Islam. Tomamos un taxi para ir hacia las afueras de la ciudad a ver el palacio del rey, su residencia en Tánger. Pensé que iría a encontrarme con un placio antiguo tipo Real Alcázer, pero finalmente era un palacio moderno que no decía mucho. Había unos pobres camellos a un costado y decidí sacarme la foto africana. Dí una vueltita pequeña sobre él. Es interesante ver cómo el camello se agacha flexionando sus patas y manos y luego como se levanta. La vuelta fue en esos taxis ilegales, más grandes, donde a veces van quince personas juntas. Era como una camionetita chiquita, sucia, desordenada, con botellas de agua llenas y vacías y cortinitas rojas en las ventanas. El destino era un restaurante en la Medina para comer algo típico. Tomé una sopa de vegetales con fideos muy condimentada, una pastela de pollo con choclo, tagín de pollo y té de menta verde para finalizar. Allí conocí a una chica y un chico ingleses con quienes luego coincidimos en el ferry de vuelta. Mientras yo almorzaba, Mohamed se fue a la mezquita a rezar, ya que era la una de la tarde, hora de rezo. Un taxista que no podía dejar su taxi, colocó un tapete sobre el césped, se arrodilló mirando hacia la Meca y rezó sus oraciones. El día en Tánger ya estaba finalizado. Llegué al hostel y tato me estaba esperando con unas pechuguitas de pollo con tomate. Luego de comer fuimos al festival de cine africano. Vimos un corto y luego una película. Muy sencillo todo. No había muchos diálogos, pues las imágenes lo decían casi todo. La proyección se realizó en el castillo de Tarifa al aire libre. Había un vientito frío por lo que nos cubrimos con mantas que nos proporcionaron los organizadores. Vuelta del perro por el casco, café y a dormir.
Andando por Cádiz
De Cádiz no hay mucho que contar. Viajamos hasta esta península para caminar por la costa. Tomamos un poco de sol en la playa de la Caleta, playa donde se filmó 007, que está cercada por dos fuertes el de San Sebastián y el de Santa Catalina. Esta playa era conocida en épocas de la conquista como Las Puercas porque dejaban a las prostitutas allí antes de desembarcar los tesoros y bienes traídos de las Américas. Comimos pescaito frito y tomamos unos riquísimos tintos de verano, que a tato le gustan tanto, y seguimos viaje hacia Tarifa. Tarifa es una de las ciudades más australes de España, sino la más. Es una ciudad pequeña donde vienen miles de surfers, kite surferes y demás. Está llena de gente joven y linda, por lo que decidimos quedarnos a pasar la noche aquí.
Jerez de la Frontera, donde nació el flamenco.
Jerez de la Frontera, ciudad predilecta de mi prima María, María Costanza. Con llamarla María ya basta. Dejamos el auto estacionado en la Alameda Cristina y nos adentramos por las calles Porvera. Yo iba sacando muchas fotos para luego mostrarle a María y comentarlas. Llegamos hasta una iglesia antigua, la iglesia de Santiago. Me fije en mi cuadernito de anotaciones y revisé la dirección de la Taberna Flamenca donde María había estado en febrero y sobre la cual me había recomendado para ver Flamenco. Nos dijeron que a las diez y media de la noche comenzaba el espectáculo. Jerez es muy lindo. La gente es más andaluza aún. La manera de hablar es más acentuada. Me gusta conocer lugares más chicos porque allí se ve bien la cultura de un lugar. Comimos pescaito frito en la Plaza Plateros y tomamos una caña en el bar La Tasquita. Pasamos por la catedral pero no entramos porque estaba cerrada. Caminamos con tato por toda jerez mientras hablábamos. Luego fuimos a Sanlúcar de Barrameda, una pequeña ciudad a unos kilómetros de Jerez, pero no había mucho que hacer. Estacionamos el auto en la sombra y dormimos una buena siesta. Qué hacer? Volvimos a Jerez de la Frontera para ver el espectáculo de flamenco. Comimos allí mismo mientras vimos a las bailaoras, bailaores, cantaoras y contaores con su guitarra. Le preguntó a quien nos atendía en la mesa por Ricardo, amigo de cross, perdón, de María. Pero resultó ser que no era Ricardo por quien debía preguntar, sino por Raúl, un gitano de la taberna. Raúl recordaba tanto a María como a Karina, y me recordó que ambas habían subido al tablao a hacer unos pasos de flamenco. Mi amiga María lleva la sangre gitana por sus venas. Me imaginé, por un instante, a cross haciendo firuletes con las manos, entre feliz y nerviosa, frente a varios turistas y locales. Qué emoción! Luego del espectáculo decidimos quedarnos a dormir en Jerez. Con el auto nos era imposible llegar hasta la calle Arcos, por lo que le preguntamos a un señor que salía de una iglesia, quien sólo se invitó a subir al auto para llevarnos y que lo llevemos a él. Conseguimos un hotel para dormir. El andaluz de Jerez no paraba de hablar. Paco, de profesión fotógrafo tenía que levantarse temprano al otro día porque ayudaba con sus servicios en una comunión; además al ser Pentecostés, tenía que asistir a una misa de tres horas. Chau Paco, buenas noches!
Cantar al pueblo andaluz!!
Ya hemos recorrido los lugares más lindos de Sevilla, no nos queda mucho. Caminamos por el barrio Santa Cruz. Los balcones de las casas están repletos de maceteros con plantas y flores. Hay muchos turistas en la ciudad. Los sevillanos son muy amables, apenas los mirás con ojos de hacerles una pregunta son ellos quienes te abordan antes de tú hables. Ya se me está pegando hablar con la segunda persona. Comimos un barcito a las afueras del barrio y luego caminamos hasta la Plaza España. La plaza está en refacción. Esta construida en forma de u simbolizando un abrazo a la ciudad. En ella se filmaron alguna escenas de la película Star Wars. Compramos un agua mineral de litro y medio, como hacemos todos los días, y nos fuimos a tirar al césped a descansar en el parque. Dormimos un rato y hablamos mucho. Caminamos de vuelta por la Av. de la Constitución, que es por donde pasa el metro y por donde queda la catedral. Fuimos a averiguar para sacarme un chip. Tengo el motorola negro que me diera Maíra hace un par de años, teléfono que utilizo cuando viajo y allá en Argentina también. Ya vendrá un teléfono más moderno. Saqué una línea en Orange. Ya les pasaré el número por facebook. A la noche, fuimos a tapear a un bar que se llama Alfalfa, frecuentado por muchos sevillanos. Luego fuimos hasta la Alameda, y tapeamos también en un bar que se llama Carlos V que queda en el medio. Caminamos hasta el bar de Anselma en Triana, pero estaba cerrado por la romería de la Virgen del Rocío. Nos perdimos la Salve que nos recomendó Analía. Volviendo para el otro lado del Guadilquivir, pasamos por el ensayo de la procesión de otra virgen. Había muchos devotos de no recuerdo qué virgen que entre todos levantaban como una tabla con pies de alrededor de mil trescientos quilos. Llevan a la virgen en procesión por 10 horas y hacen cambios cada media hora. Todos de la misma altura, formados y haciendo pasitos chiquititos al compás de un director que los va guiando. La joroba que deben criar estas personas no tiene nombre. Una locura. Luego tomamos unas cervecitas en la Av. Colón. Mañana partimos hacia Jerez y la costa sur de España. Me encanta Andalucía, me gusta cómo es la gente de aquí, todos simpáticos, amables, la manera de hablar que tienen, la t plosive que pronuncian y la ch como si fuera una sh. “Vais hazia la deresha y encuentcha allí lo que estcháis bujcando”.
lunes, 24 de mayo de 2010
Cumpleaños de Tato en Sevilla
Hoy es el cumpleaños de tato. Comenzamos con los festejos a las doce de ayer y los continuamos hoy, como corresponde. Desayunamos unas tostadas y café y fuimos a la catedral. Cuando entrás a la Catedral de Sevilla es imposible no hacer un gesto de asombro, o al menos, internamente sentir algún tipo de movilización. Es la tercera iglesia más grande del mundo, pues la primera es la del Vaticano y la segunda la de San Pablo de Londres. Enorme columnas sostienen un techo en cúpulas magnifico. Creo que no podés detenerte a ver en detalle, porque es tanta la información que en ella hay que te mareás. La parte central está interrumpida por un lugar de los coros, con sillas de madera trabajadas enseñando diferentes motivos del Evangelio. Luego, dos órganos, uno enfrentado al otro, también culminando con trabajos de madera, representando ángeles. Como casi todas las iglesias, posee la forma de cruz, con tres naves centrales, siendo la del medio la mayor, y la de los costados, albergan capillas menores dedicadas a diferentes santos. El retablo mayor es unos de los más grandes del mundo y combina varios estilos ya que fue realizado a través de los años. A un costado dicen estar los restos de Cristóbal Colón, los cuales, según cuenta el audio guía, han pasado por Santo Domingo y Cuba para luego desembarcar a comienzos de 1900 en Sevilla. También existe una sala de los tesoros, donde se exhiben piezas de oro tales como coronas de los reyes y cálices para tomar la sangre de Cristo. Saqué varias fotos. Me sorprende ver muchos grupos de chicos del primario yendo a visitas con las maestras. Ellas les enseñan y les cuentan la historia a través de las evidencias reales. En Rosario y Buenos Aires prometo salir a conocer museos y monumentos. Ojalá me encuentre con estos grupos también. Subimos a la Giralda. No son escaleras, sino rampas que te llevan hacia los balcones donde se encuentran el campanario. Hay dos niveles más superiores donde está la campana mayor que suena dando la hora. Desde allí arriba se ve toda la ciudad de Sevilla. A mi me encantó divisar la Plaza de los Toros y el río Guadilquivir con muchos de sus puentes. Tato se fue a tomar una cervecita por allí y yo entré a los Reales Alcázeres, palacio construido por los moros durante la invasión a España, luego recuperado hacia mediados del siglo XIII. En él se combinan los estilos mudéjar gótico y renacentista. Para los moros el agua era muy importante en la arquitectura, por ello muchas de sus salas poseen como pequeñas fuentes, o simplemente, pequeños estanques con un camino estrecho en pendiente. El sonido del correr del agua hace a cada uno de estos ambientes especiales. En una sala hay una pintura de la Virgen de los Mareantes o de la Virgen del Buen Aire, virgen que ha inspirado el nombre de la ciudad capital de nuestro país. Las salas y cuartos, capillas, patios tienen muchos azulejos y ribetes típicos del arte moro. Todo esto se encuentra rodeado de jardines llenos de vegetación. En la salida hay un apeadero, usado como acceso principal de los reyes actuales, ya que poseen en este Real Alcázar, su residencia aquí en Sevilla. Fuimos caminando hacia Triana cruzando el puente de San Telmo, sacamos unas fotos con la Torre del oro, tomamos un cafecito del otro lado del Guadalquivir y nos adentramos al barrio gitano de Triana. Entramos a la iglesia de la Virgen de Triana, que en las procesiones de semana santa, va delante de otra imagen de Jesús que se encontraba también en el altar de al lado. Husmeamos en los edificios antiguos que poseen patios internos llenos de flores y sacamos algunas fotos. Fuimos andando hasta la Isla de Cartuja, lugar donde en 1992 se realizó la expo universal. Se exhibían dos muestras de arte contemporáneo. Fue una buena ocasión para entremezclarse con los sevillanos del lugar. Luego vimos los edificios modernos construidos para la expo 92 que hoy son sede de firmas y compañías. Atravesamos el puente de la Barqueta construido por el Ingeniero valenciano Calatraba. Tato me contó sobre este ingeniero, yo no lo conozco. También hizo el puente de Bilbao entre otras cosas. Llegamos hasta la Alameda. En ella hay muchos barcitos de tapas. Tapeamos y tomamos unas cervezas con limón. Volvimos andando, cansados, pues caminamos todo el día.
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