Luego del desayuno nos subimos al auto con destino Vilamoura, pues no los habían recomendado en el hostel de Cascais. La entrada a la villa muy arreglada, con árboles y flores y plantas, canchas de golf de un lado parques del otro. Ya entrando más al lugar, comenzaron a verse construcciones horribles de los años setenta, ochenta. Feas, poco estéticas, feas aberturas, feas formas, hoteles internacionales, Mc Donald´s, negocios fieros, una típica playa armada para los turistas de países fríos. Fuimos hasta la costa. La playa no estaba mal. Tomamos un poco de sol, comimos en un barcito allí enfrente y partimos hacia Sevilla. Escuchamos música en el viaje, comimos frutas y papitas pringles. Cuando tato puso Alejandro Sanz en duetos con cantantes andaluces me relajé y me dormí unos minutos, pocos, ya que tato me despertó para avisarme que estábamos entrando a Sevilla. Se nota mucho la diferencia entre Portugal y España. Por donde mires en Sevilla, hay algún edificio viejo, antiguo. Dimos unas vueltas preguntando por el nombre de algunas calles porque no teníamos mapa. Dejamos el auto estacionado cerca del Archivo de las Indias y fuimos en busca de un hostel. Dimos un uno en la calle Augusto Plasencia y de allí nos acompaño un sevillano hacia otro hostel en la Calle Fabiola. Fuimos a buscar las valijas al auto caminando por la Av. Constitución donde pasa el tranvía de Sevilla. Pasamos por la Catedral y la Giralda, caminamos por muchas callecitas internas muy lindas, llenas de gente comiendo tapas y bebiendo. Check in, baño reparador y a salir. Comimos una paella la callecita del hostel y luego subimos a la terraza porque había un barbacue. Lleno de gente, chicos y chicas jóvenes relajados pasando un buen momento. Salimos con tato hasta un bar en la Av. Colón, tomamos una cerveza y fuimos hacia una disco. Jose, un sevillano nos indicó algunas cosas para hacer en la ciudad. Lo vamos a llamar ya que está la festividad de la virgen del Rocío y queremos ver de qué se trata.
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