lunes, 24 de mayo de 2010

Cumpleaños de Tato en Sevilla















































































Hoy es el cumpleaños de tato. Comenzamos con los festejos a las doce de ayer y los continuamos hoy, como corresponde. Desayunamos unas tostadas y café y fuimos a la catedral. Cuando entrás a la Catedral de Sevilla es imposible no hacer un gesto de asombro, o al menos, internamente sentir algún tipo de movilización. Es la tercera iglesia más grande del mundo, pues la primera es la del Vaticano y la segunda la de San Pablo de Londres. Enorme columnas sostienen un techo en cúpulas magnifico. Creo que no podés detenerte a ver en detalle, porque es tanta la información que en ella hay que te mareás. La parte central está interrumpida por un lugar de los coros, con sillas de madera trabajadas enseñando diferentes motivos del Evangelio. Luego, dos órganos, uno enfrentado al otro, también culminando con trabajos de madera, representando ángeles. Como casi todas las iglesias, posee la forma de cruz, con tres naves centrales, siendo la del medio la mayor, y la de los costados, albergan capillas menores dedicadas a diferentes santos. El retablo mayor es unos de los más grandes del mundo y combina varios estilos ya que fue realizado a través de los años. A un costado dicen estar los restos de Cristóbal Colón, los cuales, según cuenta el audio guía, han pasado por Santo Domingo y Cuba para luego desembarcar a comienzos de 1900 en Sevilla. También existe una sala de los tesoros, donde se exhiben piezas de oro tales como coronas de los reyes y cálices para tomar la sangre de Cristo. Saqué varias fotos. Me sorprende ver muchos grupos de chicos del primario yendo a visitas con las maestras. Ellas les enseñan y les cuentan la historia a través de las evidencias reales. En Rosario y Buenos Aires prometo salir a conocer museos y monumentos. Ojalá me encuentre con estos grupos también. Subimos a la Giralda. No son escaleras, sino rampas que te llevan hacia los balcones donde se encuentran el campanario. Hay dos niveles más superiores donde está la campana mayor que suena dando la hora. Desde allí arriba se ve toda la ciudad de Sevilla. A mi me encantó divisar la Plaza de los Toros y el río Guadilquivir con muchos de sus puentes. Tato se fue a tomar una cervecita por allí y yo entré a los Reales Alcázeres, palacio construido por los moros durante la invasión a España, luego recuperado hacia mediados del siglo XIII. En él se combinan los estilos mudéjar gótico y renacentista. Para los moros el agua era muy importante en la arquitectura, por ello muchas de sus salas poseen como pequeñas fuentes, o simplemente, pequeños estanques con un camino estrecho en pendiente. El sonido del correr del agua hace a cada uno de estos ambientes especiales. En una sala hay una pintura de la Virgen de los Mareantes o de la Virgen del Buen Aire, virgen que ha inspirado el nombre de la ciudad capital de nuestro país. Las salas y cuartos, capillas, patios tienen muchos azulejos y ribetes típicos del arte moro. Todo esto se encuentra rodeado de jardines llenos de vegetación. En la salida hay un apeadero, usado como acceso principal de los reyes actuales, ya que poseen en este Real Alcázar, su residencia aquí en Sevilla. Fuimos caminando hacia Triana cruzando el puente de San Telmo, sacamos unas fotos con la Torre del oro, tomamos un cafecito del otro lado del Guadalquivir y nos adentramos al barrio gitano de Triana. Entramos a la iglesia de la Virgen de Triana, que en las procesiones de semana santa, va delante de otra imagen de Jesús que se encontraba también en el altar de al lado. Husmeamos en los edificios antiguos que poseen patios internos llenos de flores y sacamos algunas fotos. Fuimos andando hasta la Isla de Cartuja, lugar donde en 1992 se realizó la expo universal. Se exhibían dos muestras de arte contemporáneo. Fue una buena ocasión para entremezclarse con los sevillanos del lugar. Luego vimos los edificios modernos construidos para la expo 92 que hoy son sede de firmas y compañías. Atravesamos el puente de la Barqueta construido por el Ingeniero valenciano Calatraba. Tato me contó sobre este ingeniero, yo no lo conozco. También hizo el puente de Bilbao entre otras cosas. Llegamos hasta la Alameda. En ella hay muchos barcitos de tapas. Tapeamos y tomamos unas cervezas con limón. Volvimos andando, cansados, pues caminamos todo el día.

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