lunes, 17 de mayo de 2010

Lisboa alta, baixa, chiado e mais!
















Me desperté a media mañana con ganas de ir a conocer la ciudad. Salimos y desayunamos en un barcito en una esquina. Tomamos un café con leche y comimos un pastel de nata, bien típico de Portugal. Es como una base de masa con algo parecido a una crema pastelera por encima. Luego caminamos por el Chiado, lo que a mi parecer sería como Palermo Soho. Allí queda “A Brasileira”, un bar muy lindo donde Fernando Pessoa solía sentarse a tomar algo, de hecho, hay una imagen hecha en hierro de él en la vereda junto a las mesitas. Dentro del bar, del lado de la barra escucho una voz que me dice “no me lo puedo creer”. Giro y me encuentro a mi amigo Marcio Milman con su pareja y sus padres. Yo tampoco me lo podía creer! Qué lindas que son estas casualidades de la vida. Ya es la segunda que me pasa en este viaje, que vengan más! En una de las calles que bajan estaban estos típicos carros de cesto sobre esquís de madera empujados por dos carreiros. Bajamos unos metros en él, pero lo más divertido no fue el viaje, corto en sí, sino como todos los turistas nos sacaban fotos. Caminamos por la Rua Augusta, pasamos por el elevador de Santa Justa y llegamos hasta el arco de la Praça do Comércio. No hay nada interesante en ella. Se encuentra a la vera del Río Tajo. Volvimos al departamento para recostarnos un rato y luego seguimos caminando en sentido del Barrio Alto para luego llegar al Rossio. Desde un miradouro, vimos las vistas de la ciudad y del castelo São Jorge. Luego tomamos el elétrico que nos llevó al Barrio de la Alfama. Caminamos por las callecitas y junto a un turista francés, que nos dio algunas dicas de qué lugares visitar, fuimos al miradouro de Santa Luzia. Desde allí también se ve toda la ciudad. Subimos hasta el Castillo de São Jorge y comimos en un barcito de por allí. Tomamos una sopa de legumes y bacalão à bras, pez espada y una dorada mientras escuchábamos a un viejito, a una chica y a un muchacho cantando fado. Volvimos a la calle principal para tomar el elétrico de vuelta para el departamento, pero había tres juntos parados, uno tras del otro. Un auto estaba estacionado de manera tal que no dejaba al elétrico pasar. Fue muy divertido porque aprovechamos con tato para sacarnos fotos dentro de los elétricos, ya que estaban vacíos. Al cabo de media hora, vino la policía con una grúa y se llevó el auto para que finalmente podamos regresar a casa.





De vuelta al barrio Alto para volver a tomar las mismas morangoskas en el mismo bar de ayer. La chica que atiende ya comienza a prepararlas antes de que se las pida.

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