Buenísimo el hostel de Cascais, limpio, ordenado y su dueña, una chica portuguesa de la zona, muy agradable. Desayunamos en una padaria, pedimos unas tostadas de pão de forma que pensamos íbamos a untar con mermelada. Pues no, vinieron embadurnadas de manteca. Malísimo. Tomamos un café con leche junto a Timon, un holandés que por casualidad eligió la misma panadería que nosotros para desayunar. Timon tomaría su bus hacia Sintra y nosotros pasaríamos por el mercado para comprar algunas frutas y seguir camino. Antes de salir con dirección Faro, pasamos por la playa de Guincho. Mar entre azul y celesta, mucho viento y las olas que rompen en las piedras. Es la playa elegida por los surfistas y donde se realizan varios campeonatos mundiales de windsurf. Llegamos a Faro luego de dos horas de viaje. Pasamos por el arco de la ciudad antigua y pedimos información en el puesto que queda a su lado. De allí fuimos al hostel a hacer el check in, dejamos nuestras pertenencias y salimos con el auto hasta la playa del Faro que queda cerca del aeropuerto, detrás de un río que se llama Formosa. Para cruzar dicho río hay que atravesar una puentecito de un solo carril que le llaman pontinha. Ese puentecito tiene un semáforo al inicio, que cuando da luz verde, permite el paso de quien se encuentre en ese punto. Dejamos el auto estacionado y entramos a la playa. Se trato de un brazo de tierra donde de un lado está el río y del otro el océano, y entre ambos, una muralla de casitas de pescadores, cuyo frente da al río y espaldas al mar. La parte trasera de las casitas está cubierta de arena porque el viento empuja la arena y las cubre. Comimos unos sándwiches que tato preparó con jamón, queso, aceite de oliva, tomate y rúcula. Caminamos por el pasillito de casas de los pescadores y al llegar al auto tomamos una cervecita en un barcito sencillo del lugar. Volvimos a la ciudad de Faro, recorrimos la parte antigua, luego comimos en un pequeño restaurant del centro. Un italiano que se sentó con nosotros, no recuerdo el nombre. Simpático pero gritón y un poco denso. No paraba de hablar y de relacionarse con toda la gente que por allí pasaba. Salimos a caminar por la Baixa. Siendo martes, no había mucho movimiento, y más teniendo en cuenta que las cenizas del volcán siguen perjudicando las operaciones de los aeropuertos, siendo que el de Faro, canceló más de 30 vuelos, según informaba el diario del lugar.
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