miércoles, 26 de mayo de 2010

Jerez de la Frontera, donde nació el flamenco.














































Jerez de la Frontera, ciudad predilecta de mi prima María, María Costanza. Con llamarla María ya basta. Dejamos el auto estacionado en la Alameda Cristina y nos adentramos por las calles Porvera. Yo iba sacando muchas fotos para luego mostrarle a María y comentarlas. Llegamos hasta una iglesia antigua, la iglesia de Santiago. Me fije en mi cuadernito de anotaciones y revisé la dirección de la Taberna Flamenca donde María había estado en febrero y sobre la cual me había recomendado para ver Flamenco. Nos dijeron que a las diez y media de la noche comenzaba el espectáculo. Jerez es muy lindo. La gente es más andaluza aún. La manera de hablar es más acentuada. Me gusta conocer lugares más chicos porque allí se ve bien la cultura de un lugar. Comimos pescaito frito en la Plaza Plateros y tomamos una caña en el bar La Tasquita. Pasamos por la catedral pero no entramos porque estaba cerrada. Caminamos con tato por toda jerez mientras hablábamos. Luego fuimos a Sanlúcar de Barrameda, una pequeña ciudad a unos kilómetros de Jerez, pero no había mucho que hacer. Estacionamos el auto en la sombra y dormimos una buena siesta. Qué hacer? Volvimos a Jerez de la Frontera para ver el espectáculo de flamenco. Comimos allí mismo mientras vimos a las bailaoras, bailaores, cantaoras y contaores con su guitarra. Le preguntó a quien nos atendía en la mesa por Ricardo, amigo de cross, perdón, de María. Pero resultó ser que no era Ricardo por quien debía preguntar, sino por Raúl, un gitano de la taberna. Raúl recordaba tanto a María como a Karina, y me recordó que ambas habían subido al tablao a hacer unos pasos de flamenco. Mi amiga María lleva la sangre gitana por sus venas. Me imaginé, por un instante, a cross haciendo firuletes con las manos, entre feliz y nerviosa, frente a varios turistas y locales. Qué emoción! Luego del espectáculo decidimos quedarnos a dormir en Jerez. Con el auto nos era imposible llegar hasta la calle Arcos, por lo que le preguntamos a un señor que salía de una iglesia, quien sólo se invitó a subir al auto para llevarnos y que lo llevemos a él. Conseguimos un hotel para dormir. El andaluz de Jerez no paraba de hablar. Paco, de profesión fotógrafo tenía que levantarse temprano al otro día porque ayudaba con sus servicios en una comunión; además al ser Pentecostés, tenía que asistir a una misa de tres horas. Chau Paco, buenas noches!

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